La exposición pública de la postura del Movimiento 15-M en Rota ante las Elecciones Generales del 20-N ha producido una reacción tan diversa que sería bueno dar algunas de las razones para que se entienda porqué se toma esta opción y no otras.
La experiencia nos ha demostrado que si en un principio la opción socialista podía satisfacer dentro de las limitaciones que le permitía el poder económico nuestras aspiraciones, aunque solo fuese como creadores de ciertos niveles de bienestar y de una real preocupación social a pesar de las dificultades, la aparición de la crisis económica ha mediatizado por completo su programa y les ha llevado a creer ciegamente en la disciplina que imponen los mercados olvidándose por completo de lo que dicen representar. Con esto han dado el colofón absurdo a una legislatura desaprovechada para decir la verdad y demostrar que se estaba con el pueblo y no con el capital, como se ha demostrado.
La derecha representada por el Partido Popular, nos ha mostrado en todas las ocasiones en las que ha tenido la opción de gobernar cuáles son para ellos sus prioridades. Los ejemplos de cómo gestionan las autonomías en que gobiernan nos dice claramente lo qué piensan en cuanto a cómo afrontar la crisis.
Esas son las dos opciones que tienen posibilidades de asumir la responsabilidad. Todos suponemos quién va a ganar, pero si no fuera el caso, tampoco encontraríamos mucha diferencia. ¿Acaso tiene sentido votar a una de las dos opciones?
Ahora el numerito de ¿anonymus?: resulta que bajo no sé que autoridad vienen a vendernos la burra de que hay que votar a los partidos pequeños. El movimiento15-M se ha caracterizado siempre por desconfiar de los políticos y no tiene sentido ahora cambiar la postura sin ninguna reflexión por nuestra parte. ¿Qué quieren que votemos a aquellos que son pequeños porque los otros no les han permitido crecer? Lo único que buscan es tener su oportunidad de hacer lo mismo que los otros.
¿Acaso UPyD, cuya lideresa, Rosa Díez, que no la aguantan ni en su pueblo, no busca nada más que recuperar el protagonismo que perdió cuando no la eligieron como candidata del Partido Socialista y está buscando la revancha? ¿O en el que como miembro destacado tienen a Fernado Savater, el pedante ese que nos llamó “mastuertos”(sic) a la gente del 15-M (el insulto no debe ser muy grave pues la palabrita no está en el diccionario)?
¿O a esa infinita sopa de letras que suponen los partidos minoritarios, que si tuvieran verdadera voluntad de servir al pueblo hubieran procurado buscar una candidatura de unidad? Esta quizá haya sido la verdadera tristeza de estas elecciones. El movimiento 15-M, que sigue contando con un 70% aproximadamente de simpatías, había preparado el caldo de cultivo para que una coalición de partidos comprometidos con la de verdadera democracia hubiera sabido recoger las expectativas que hemos creado y convertirlas en apoyos electorales. No ha de ser el movimiento quien lo plantee, por eso no lo hemos hecho.
Al no darse la premisa no tiene sentido repartir todos los posibles votos entre un montón de opciones, que se impedirán unas a otras salir del pozo. Eso es mucho más dañino que lo pueda influir el voto en blanco, e incluso van a hacerse más daño que el vergonzoso límite del 3%, el mayor de los males de esta ley electoral.
Encima algunos, en lugar de buscar amigos se buscan lo contrario: Equo poniendo a parir a Izquierda Unida, para quitarle algún voto; en lugar de buscar la posibilidad de trabajar en conjunto. Al final los que más lo van a sufrir son quienes menos se lo merecen. Con todas estas historias será Izquierda Unida quienes en lugar de capitalizar el descontento, como creo que se lo merecían, van a recibir el daño de todos estos, oportunistas algunos, irresponsables otros, soñadores el resto. Quizá quede alguno que “no merecen mención”, como decía parte de un verso de un entrañable amigo que fue famoso en los difíciles años 70.
¿Todavía hay que decir porqué defendemos la abstención?
Manuel García Mata
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